Con urgencia desde la Amazonía: pueblos indígenas y pérdida de biodiversidad

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Existen más de 520 pueblos indígenas diferentes en la región latinoamericana, con contextos socioeconómicos, culturales, geográficos y políticos diferentes. En su mayoría viven en zonas rurales, asentados sobre sus territorios de uso y ocupación ancestral.

Existen más de 520 pueblos indígenas diferentes en la región latinoamericana, con contextos socioeconómicos, culturales, geográficos y políticos diferentes. En su mayoría viven en zonas rurales, asentados sobre sus territorios de uso y ocupación ancestral. Una economía de subsistencia que les permite obtener alimentación e insumos para la construcción de viviendas, transporte, medicinas, y otra serie de recursos. Los impactos ambientales del cambio climático constituyen en la actualidad una amenaza grave a los derechos de los pueblos indígenas. El aumento de lluvias y sequías está generando un impacto severo en la alimentación y abastecimiento familiar indígena. Por ejemplo, la escasez de agua en las zonas altoandinas, es agravada por los efectos del calentamiento global y el retroceso de los glaciares.

La biodiversidad aparece ahora como elemento fundamental para hacer frente a futuras pandemias, y precisamente el 80% de la biodiversidad mundial se encuentra dentro de territorios indígenas tradicionales, suponiendo el 22% de la superficie territorial global. La deforestación y el cambio del uso del suelo es la principal causa de pérdida de esta biodiversidad terrestre, y la mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero en Iberoamérica. Esta realidad está asociada en la mayor parte de las ocasiones a actividades extractivas, agroindustrias y grandes infraestructuras.

Los pueblos indígenas son una fuente de conocimiento para muchas de las soluciones que serán necesarias para evitar los efectos del cambio climático y mejorar nuestra resiliencia ante pandemias como ésta. Por ejemplo, los territorios ancestrales a menudo proporcionan excelentes ejemplos de modelos de adaptación al cambio del clima, desarrollando incluso una gran cantidad de variedades genéticas de plantas medicinales y razas de animales con un rango más amplio de resistencia a la variabilidad climática. El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente recuerda especialmente estos días la necesidad de trabajar la biodiversidad con pueblos indígenas.

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Pueblos indígenas durante la COVID19

Sin embargo, muy al contrario, en este momento estamos viviendo una situación especialmente complicada para los pueblos indígenas durante la COVID19. En América Latina por diferentes factores que complejizan las acciones de prevención y de contingencia frente a la propagación de la COVID19 en sus territorios y comunidades:

  • Factor diferencial por pueblo: Los contextos y particularidades de cada pueblo y sus comunidades son muy diferentes y deben ser consideradas ante cualquier acción o protocolo.
  • Factor geográfico: Los pueblos indígenas suelen vivir en zonas rurales, muchas veces a días de viaje hasta las ciudades más cercanas, lo que afecta principalmente en la Amazonía y zona andina. La inversión pública en servicios básicos de salud y de sistemas de agua y saneamiento en estas zonas suele ser muy escasa. La distancia además encarece mucho los suministros y los traslados tanto de personal como de enfermos a hospitales más grandes.
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  • Factores de riesgo a la salud: tienen una alta prevalencia de diabetes, desnutrición, anemia y neumonías, sobre todo durante la infancia, así como prevalencia de metales pesados en sangre, y enfermedades asociadas, en zonas con presencia de industrias extractivas.
  • Alta movilidad y riesgo de contagio: esta movilidad se debe tanto para al autoabastecimiento de bienes de consumo básico (caza, recolección agrícola, recolección frutícola, pesca o incluso compra de combustible), como a la llegada de personas de fuera vinculadas a actividades extractivas o fuerzas armadas.

Organizaciones de la sociedad civil recuerdan ahora más que nunca de la necesidad de una acción coordinada para proteger a los pueblos indígenas, liderada por quien sea más representativo en el territorio. Además del aislamiento, habría que garantizar el abastecimiento de bienes básicos reduciendo al máximo las posibilidades de contagio de personas que lleguen de fuera así como de desplazamientos de la población hacia núcleos urbanos.

Aún así la medida más prioritaria a corto plazo es presionar para garantizar planes de contingencia en territorios indígenas que aseguren traslados a centros hospitalarios. En todo caso, hay que seguir identificando las medidas internas en las comunidades de reducción de la movilidad entre hogares y zonas de aislamiento.

Garantizar el reconocimiento de la propiedad de los territorios de uso y ocupación ancestral de los pueblos indígenas -derecho reconocido en instrumentos internacionales que han sido firmados o ratificados por la mayor parte de los Estados iberoamericanos3- es fundamental para reducir emisiones de efecto invernadero, así como la vulnerabilidad de las poblaciones indígenas a las consecuencias del cambio climático.

Tal y como señala la Relatora de Naciones Unidas y Pueblos Indígenas a la Asamblea General de Naciones Unidas, en la región amazónica de Brasil, en las zonas en las que el Estado ha reconocido los derechos forestales de los pueblos indígenas, la tasa de deforestación era 11 veces inferior a la de los bosques en los que no se reconocían sus derechos. Un estudio reciente de 80 zonas forestales en 10 países de Asia meridional, África oriental y América Latina mostró que los bosques de propiedad y gestión comunitaria ofrecían servicios superiores a la comunidad y un mayor almacenamiento de carbono, y llegó a la conclusión de que el fortalecimiento de los derechos de los pueblos indígenas a sus bosques era una manera eficaz de que los Gobiernos alcanzaran los objetivos relacionados con el clima.