Conservar la Amazonía y el Pantanal para luchar contra el cambio climático

Dos de los ecosistemas más importantes para mantener el equilibrio planetario están en Brasil, y se encuentran en peligro.

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La Amazonía

La Amazonía es la mayor cuenca hidrográfica y una de las mayores reservas de biodiversidad de nuestro planeta, que ahora se enfrenta al momento más crítico de su historia reciente. Mantener la sostenibilidad de este ecosistema único es uno de los retos ambientales más importantes a los que nos estamos enfrentando como comunidad iberoamericana, para frenar el cambio climático.

En el Amazonas se encuentran siete países de América del Sur, y es responsable de una gran parte del régimen de lluvias de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, donde viven más de 300 millones de personas. La Amazonía brasileña tiene un área de aproximadamente 5,2 millones de km², que corresponde al 61% del territorio nacional con una población de 20,3 millones de personas.

Un estudio revela que entre 2010 y 2017 la Amazonía viene perdiendo debido a la deforestación, su capacidad como sumidero y depósito de CO2, emitiendo más gas de efecto invernadero de lo que puede capturar. Esto provocaría un proceso sin retorno en el que la parte sur de la selva ya está en proceso de sabanización.

El INPE — Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais de Brasil es el responsable del monitoreo satelital del Amazonas. El INPE tiene como principal forma de divulgación de sus estudios el TerraBrasilis, una plataforma para la organización de datos geográficos y meteorológicos, que ofrece herramientas que pueden ser fácilmente usadas por cualquier persona interesada en la temática, con gráficos dinámicos y mapas.

Eses datos de deforestación son consolidados por dos proyectos: PRODES con consolidación anual y DETER que estima el impacto diario. El proyecto PRODES estima que entre 2018 y 2019 hubo un aumento de más de un 34% en la deforestación en la Amazonía brasileña. Solo en 2018 se perdieron un total de 7536 km² de bosque y en 2019 se llegó a 10129 km² de pérdidas. El área deforestada en 2019 es por tanto equivalente al territorio total de la provincia de Huelva (España) donde se encuentra la sede del Observatorio La Rábida.

En 2020, hasta la fecha de este artículo, fueron deforestadas 8.685,44 km² en la Amazonía brasileña, lo que significa que hasta la fecha hemos perdido cerca de 969 Km² de selva al mes, lo que equivale a 96.900 hectáreas (3.230 hectáreas por día) más de 134,5 por hora. El INPE también mantiene una plataforma de monitoreo, denominado Queimadas, que presenta los focos de incendios activos y de incendios forestales detectados por satélites, además del mapeo de las cicatrices en el área deforestada.

En la región amazónica se encuentran la mayoría de las tierras indígenas del país. De acuerdo con la APIB (Articulação dos Povos Indígenas do Brasil) estos pueblos viven en alrededor de 110 millones de hectáreas, que corresponde al 60% de la población indígena del país (aproximadamente 440 mil personas), que corresponden a 180 naciones indígenas, que hablan más de 160 idiomas diferentes.

El Pantanal

En la frontera de esa región se encuentra el Pantanal, que es una de las mayores planicies inundables del planeta con 150 mil km², ocupando los estados de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul, haciendo frontera con los Chacos de Bolivia y Paraguay.

Hasta el día 22 de octubre de 2020 se detectaron más de 20 mil focos de incendios en El Pantanal, la mayor cantidad que se conoce desde el inicio de la serie histórica del INPE en 1988.

En el Pantanal las imágenes acerca del impacto en la biodiversidad animal están en gran evidencia en reportes de todo el mundo. Donde se percibe una relación directa con la expansión de la ganadería con la sustitución de las formas tradicionales de pastoreo y de las gramíneas naturales de humedales.

Ahora es el momento en el que más necesitamos construir acciones de manutención de la sostenibilidad para la selva y los humedales. Sin embargo, se están concediendo grandes espacios de tierras públicas para la tala ilegal, (grileiros; medida Provisória (MP) 910 y propuesta legislativa (PL) 2633/2020) De esta forma se considera el derecho a ocupar zonas quemadas para la cría de ganado y producción de soja. Situaciones similares se dan también en el Cerrado, la Caatinga, la Mata Atlântica y la Pampa Riograndense, así como en el Chaco Paraguayo, los bosques de altitud en Perú y Bolivia y los Llanos venezolanos.

La mayoría de estos ecosistemas han estado tradicionalmente conservados por pueblos originarios indígenas, como los quilombolas, pescadores, colectores de açaí, seringueiros, quebradeiras de coco, ribeirinhos, caboclos y otros grupos que viven en, para y de los bosques. Todos ellos dependen de forma muy intensa del equilibrio de su ecosistema para mantener sus estrategias de producción, reproducción y modos de vida.

Estas comunidades no están aisladas, pues mantienen un intenso régimen de ventas y prestación de servicios con otros grupos indígenas y también con poblaciones de fuera, por lo que son millones de personas los que finalmente viven y necesitan del bosque para el abastecimiento de agua, producción de alimentos, servicios ecosistémicos y actividades económicas como el ecoturismo.

La defensa de esas comunidades indígenas, así como el respeto a sus modos de vida y organización social desde la garantía de acceso a sus tierras ancestrales, es una de las mejores estrategias para mantener las actividades económicas y los servicios socioecosistémicos de forma sostenible, donde la conexión con la bosque no es solo económica, pero espiritual, ética y trascendente.

¿Qué acciones podrían tomarse?

Algunas acciones que serían recomendables tomar con urgencia serían:

  • Proteger a los investigadores y estimular las investigaciones acerca de las temáticas ambientales
  • Generar espacios de debates científicos acerca de la Amazonía, Pantanal y su importancia frente al cambio climático
  • Crear estrategias de desarrollo sostenible que sean respetuosos con las culturas de los pueblos originarios
  • Respetar los saberes y conocimientos ancestrales generados en esas comunidades poniéndolos en diálogo con la academia y la sociedad
  • Garantizar la soberanía alimentaria de esas poblaciones al generar espacios de producción de alimentos a través de la agroecología y otras prácticas productivas sostenibles
  • Garantizar el trabajo de los fiscales, creando mecanismos de protección y infraestructura.
  • Estimular la creación de espacios educativos con énfasis en la innovación socioambiental y con respecto a la diversidad;
  • Poner en evidencia la cuestiones de género para la valorización de las mujeres como mantenedoras de la sostenibilidad;
  • Sancionar a las personas que deforestan, a los “grileiros” y mineros ilegales, así como otros grupos
  • Promover las múltiples visiones acerca de la Amazonía con un diálogo entre sociedad civil, Gobiernos, ONGs, Institutos de Investigación yde Fiscalización;
  • Promover la cooperación sur-sur en ámbito internacional con foco en los países de la cuenca amazónica y de la península ibérica.
  • Aumentar la presión internacional para que ningún acuerdo económico sea firmado sin la garantía de medidas de protección de la Amazonía, Pantanal y otros biomas;
  • Desarrollar iniciativas garantizando la soberanía territorial de Brasil y demás países;
  • Promover espacios para el desarrollo de un turismo sostenible para la región

Por tanto, la posibilidad de construcción de un futuro más justo para toda la humanidad pasa por la preservación de los socioecosistemas, entre los cuales el Amazonas y el Pantanal son fundamentales en la región iberoamericana.