Ya tenemos la Agenda posCOVID19

Líneas claves para no dejar a nadie, ni a la naturaleza, atrás Por Rosa Castizo, coordinadora del Observatorio La Rábida

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En vista de las consecuencias de la pandemia en Iberoamérica, cada vez se hace más evidente que ahora es el momento de acelerar la Agenda 2030, por ser el marco más claro y plural para conseguir avanzar en una recuperación económica socialmente justa y ambientalmente sostenible.

El Observatorio La Rábida viene trabajando desde 2017 en generar alianzas y conocimiento para la territorialización de esta Agenda 2030, que es mucho más profunda que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ya que implica una nueva manera de trabajar multiactor y multinivel. El trabajo que hemos venido haciendo por adaptar esta agenda al territorio, se ha complementado con un enfoque de transición socioecológica, reconociendo el papel clave del ser humano en su relación con el entorno natural, y sabiendo que todas las acciones que diseñemos deben permanecer dentro de los límites de los ecosistemas.

A lo largo de los artículos de esta publicación Desarrollo Sostenible en Iberoamérica hemos mencionado la importancia de invertir en la naturaleza como vacuna para prevenir futuras pandemias y como base para nuestro bienestar. Esto es especialmente importante en Iberoamérica, ya que aquí es donde la COVID 19 ha tenido sus efectos más devastadores, siendo además la región con mayor vulnerabilidad a los efectos de la crisis ambiental y la que tiene mayor potencial de regeneración ecosistémica. A fin de cuentas, los daños recientes ocasionados en Centroamérica por la tormenta tropical Amanda son consecuencia del exceso en emisiones años atrás. Al igual que la intensa deforestación que estamos viendo ahora en la Amazonía tendrá consecuencias devastadoras en forma de sequías, inundaciones, pérdidas en la producción agrícola o enfermedades, en años venideros.

Éste precisamente fue el hilo conductor del Informe La Rábida 2018 presentado en la XXVI Cumbre Iberoamericana de Guatemala: nuestra región es especialmente frágil ante las consecuencias del cambio climático, a la misma vez que es la pieza fundamental para lograr un desarrollo sostenible a nivel global.

Por tanto, el momento nos llama a profundizar en la Agenda 2030, en el enfoque de transición socioecológica y en la regeneración de ecosistemas para avanzar en equidad social.

Líneas claves para no dejar a nadie, ni a la naturaleza, atrás:

Muchas de las principales citas presenciales en materia medioambiental se han pospuesto este año, ralentizándose también las negociaciones: COP26, Conferencia de Biodiversidad, Conferencia sobre Océanos o la Conferencia de Ministros de Medio Ambiente Iberoamericanos. Por todo ello, desde el Observatorio La Rábida, queremos apuntar algunas de las líneas que serán fundamentales para asegurar un desarrollo sostenible en nuestra región.

  1. Incrementar en un 20% su inversión en soluciones basadas en la naturaleza, incluyendo conservación de bosques, biodiversidad, océanos y regeneración de suelos dentro de las CDN, como elementos centrales para la lucha contra el cambio climático y la consecución de la Agenda 2030 de desarrollo sostenible
  2. Promover cadenas productivas más transparentes en todos los sectores, incentivando aquellas prácticas que disminuyan residuos, sean respetuosas con los ecosistemas y compensen su huella ambiental.
Desarrollo regenerativo
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3. Avanzar en la consecución de las CDN sobre cambio climático, especialmente las relativas a la descarbonización del sector energético y de cambio de uso de suelo, para incrementar la ambición y la urgencia de la región dentro de los compromisos del acuerdo de París.

4. Fomentar la coordinación y participación de todos los sectores y actores en las decisiones ambientales, así como insistir en la participación de representantes de los ministerios de medio ambiente en la elaboración de otras políticas sectoriales.

Estas cuatro líneas clave están basadas en el impulso de las siguientes acciones:

  1. Invertir en la naturaleza, como fuente de salud y de empleo. Las soluciones basadas en la naturaleza son extremadamente rentables para ayudar a los ecosistemas a producir servicios para el desarrollo económico de las poblaciones iberoamericanas, permitiéndoles hacer frente a los efectos de la crisis, el cambio climático y las enfermedades. Por cada dólar invertido en naturaleza, obtenemos más de 5 dólares en ganancias económicas y sociales. Una nueva economía de la regeneración, tal y como menciona Naciones Unidas, traerá trabajos, e incrementará los bienes y servicios desde sistemas más saludables.
  2. Reforzar los sistemas agroalimentarios sostenibles y biodiversos. Son claves para la seguridad alimentaria y la salud de la población iberoamericana El trabajo con el medio de vida rural y con toda la cadena de valor agroalimentaria será fundamental para el desarrollo económico de las poblaciones más vulnerables y con menores recursos. El cambio de uso del suelo para uso agrícola o ganadero es la primera causa de deforestación en la región iberoamericana y el emisor más importante de gases de efecto invernadero. Por tanto, invertir en sistemas agrarios sostenibles es la primera solución para revertir el cambio climático y conservar la biodiversidad en nuestra región.ador de estas redes.
  3. Territorio y ciudades sostenibles integradas con sus entornos rurales. La importancia del territorio y de las ciudades sostenibles está presente a lo largo de la implementación de la Agenda 2030. Debido a las consecuencias de la COVID19 ahora somos más conscientes que nunca de la necesidad de trabajar las ciudades junto a su conexión con el mundo rural, impulsando a la vez urbes más descongestionadas y más relacionadas con su entorno.
  4. Agua y océanos. Además de garantizar el derecho humano al agua y al saneamiento básico para toda Iberoamérica, es necesario entender este bien dentro del ecosistema de cuenca hidrográfica. Tanto el agua dulce como los océanos están especialmente castigados en nuestra región por la contaminación química y plástica.
  5. Residuos: el ser humano es la única especie que produce elementos que son no son aprovechados. Aunque cada vez es más habitual en la región el trabajo entre sectores y la aplicación de una jerarquía de residuos, cada vez se generan más residuos en la región. Falta incentivar el trabajo en elementos de diseño, campañas de publicidad o regulación de residuos prescindibles. Con arreglo a los acuerdos internacionales relacionados y los marcos regulatorios y políticas de residuos ya vigentes en la mayoría de países iberoamericanos, existen opciones además para innovar en el reciclaje.
  6. Reforzar las políticas de cambio climático a través de las estrategias de largo plazo. Además de la consecución de los compromisos realizados en el marco de las Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (CDN), es necesario profundizar de manera regional en las Estrategias de Largo Plazo y apoyar planes que se alineen con el Acuerdo de París y en colaboración con otros organismos multilaterales de la región claves en este tema, como son las agencias de Naciones Unidas y socios privados.
  7. Descarbonización de nuestras economías. La descarbonización de nuestras economías es fundamental para garantizar un aire limpio y una mejor salud, como se ha visto a raíz de la pandemia de la COVID19. En Iberoamérica la descarbonización y el crecimiento verde se tangibiliza en las siguientes líneas:
  • Energías renovables: Ya se ha demostrado que será un sector fundamental para atraer empleo y para cumplir el acuerdo de París y los compromisos en el marco de la Agenda 2030.
  • Transporte eléctrico: El 45% de las emisiones por quema de combustibles de la región iberoamericana provienen del sector transporte, y la mayor parte del transporte de mercancías por carretera.
  • Eficiencia energética: Además de invertir en nuevas fuentes de energías renovables, es necesario disminuir la tendencia incremental de consumo energético, cambiando hacia patrones económicos que incentiven la eficiencia energética y que no asocien el crecimiento económico al incremento en consumo.
  • Economía circular: La adopción de patrones de economía circular, además de puede ser una fuente de ingresos y de nuevos empleos en la región.
  • Consumo y producción: el cambio hacia patrones de consumo y producción sostenibles y más locales, incorporando los diferentes enfoques visiones, modelos e instrumentos según las circunstancias de cada país, aporta beneficios económicos, además de sociales y ambientales, en el marco además del ODS12 y del 10YFP aprobado en Río+20.

En América Latina y el Caribe el número de personas que viven en la pobreza alcanzó los 184 millones (30,2% de la población), de los cuales 62 millones viven en pobreza extrema (10,2% de la población) (CEPAL, 2018), y la crisis de la COVID-19 está elevando estas cifras. La creciente presión sobre la tierra y los recursos naturales, y la consiguiente degradación del medio ambiente, junto con los impactos del cambio climático, tienen graves repercusiones económicas y sociales para los pobres (PNUD/PNUMA, 2017) y puede impedir la sostenibilidad de la respuesta y recuperación post-COVID-19 en el mediano y largo plazo.

A fin de cuentas, es el momento de la transformación radical a la que nos invita la Agenda 2030 y de transición socioecológica. Es la oportunidad de aprovechar la dramática ruptura de la inercia de los actuales modos de funcionamiento para realizar las reformas necesarias de modo que las sociedades salgan de esta adversidad fortalecidas, más justas, más seguras, más vivibles, más viables.

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